No tendrías mas de cuatro años cuando te vi. Ibas con tu mamá en el colectivo por alguna callecita de barracas. Ya tenían que bajar asi que te paraste junto a ella y tocó timbre.
Todo me parecía normal pero antes de bajar miraste a los demás pasajeros y sólo dijiste: "chau".
Sin embargo tu carita rebozante de alegria dijo mucho mas que eso, y me llenaste de ternura.
Te vi en la vereda mientras arrancaba el colectivo y vi que mirabas todo a tu alrededor con una felicidad y una ingenuidad emocionante, como si estuvieras descubriendo un mundo maravilloso. Y por un instante pude compartir tu alegría, pude sentir una fe ilimitada en la vida y una esperanza a prueba de todo.
Luego recordé a todos aquellos chicos que ya a tan tierna edad son golpeados por la vida y por los vivos y mi tristeza se hizo tan grande que no cabía ya en mi cuerpo y salió escondida en una lágrima.
Y me convencí de que llorando o no, tristes o contentos, con lluvia, con sol o como sea, hay que cambiar el mundo, para que los chicos puedan seguir siendo chicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario