domingo, 27 de febrero de 2011

Acá el que no corre vuela

   Un domingo me encontré con unos amigos en un bar de la zona de once, en plena ciudad de buenos aires. La flaca llegó antes y mientras esperaba se tomó un café con medias lunas. Los demás llegamos un rato más tarde y cada uno pidió lo suyo. Ella tenía que hacer una llamada y se fue antes. Nosotros nos quedamos charlando un rato y luego pedimos la cuenta.
–Son cuarenta y cinco pesos.
–¿Cuánto sale el café?
–El café sale siete pesos, despues son diez de esto, diez de lo otro… y la chica me debía catorce.
–Ah… bueno –dice uno con cara de que los números no cierran–, y le paga luego de recolectar la plata.
–La hizo bien –digo yo riéndome–. La flaca nos dejó pagando, literalmente.
Salimos y a las pocas cuadras nos reencontramos con la flaca.
       –¿Qué bien eh, a vos te parece?
La flaca no entendía nada:
      –¿Qué? ¿De qué están hablando?
      –Te olvidaste de pagar el café flaca, no te hagas.
      –¡Como! ¡Si yo pagué apenas me lo trajo! ¡Es lo que hago siempre!
Antes de que podamos decir nada más, salió casi corriendo. No quiero imaginar lo que le habrá dicho. La flaca es muy calentona y mal hablada como pocas.
Al ratito volvió con la plata y una sonrisa siniestra dibujada en la cara.

Moraleja: si vas a tomar un café que no te tomen de boludo.

lunes, 21 de febrero de 2011

Personajes: El gordo

   En mi trabajo en un colegio como empleado de mantenimiento conoci algunos personajes. Uno de ellos es un auxiliar conocido por todos como “el gordo”.  Está hace varios años en la institución y realiza además de la limpieza, tareas de mantenimiento.
El gordo tiene cuarenta y pico, pelo corto y ojos saltones. Usa la barba de una semana. Se jacta de tener once hijos y de ser muy eficaz en ese área.
Mantiene una pelea constante con sus pares de la mañana por ver quién trabaja menos y no es raro escucharlo despotricando contra sus compañeros del otro turno.
Lo conoci hace menos de un año, yo era nuevo y tenia que aprender mas o menos el trabajo que me correspondía. Una de las primeras cosas que me enseñó fue que tenía que estar más tranquilo, ya que mi inexperiencia me hacía buscar cosas para hacer casi todo el tiempo. Según él, yo estaba “muy nervioso”.
Cierto dia le hablé de lavar o pintar las paredes del baño, ya que estaban atestadas con las expresiones artísticas de los pibes y su respuesta fue que no era necesario porque “lo iban a volver a ensuciar”.
Asi es el gordo, tranquilo, charleta, tomador entusiasta de cafés y mates y hablador por celular. Le gusta pararse en la puerta a observar vaya uno a saber qué.

Ah si, en el tiempo que le queda trabaja.

jueves, 17 de febrero de 2011

Miradas de chico

   No tendrías mas de cuatro años cuando te vi. Ibas con tu mamá en el colectivo por alguna callecita de barracas. Ya tenían que bajar asi que te paraste junto a ella y tocó timbre.
Todo me parecía normal pero antes de bajar miraste a los demás pasajeros y sólo dijiste: "chau".
Sin embargo tu carita rebozante de alegria dijo mucho mas que eso, y me llenaste de ternura.
Te vi en la vereda mientras arrancaba el colectivo y vi que mirabas todo a tu alrededor con una felicidad y una ingenuidad emocionante, como si estuvieras descubriendo un mundo maravilloso. Y por un instante pude compartir tu alegría, pude sentir una fe ilimitada en la vida y una esperanza a prueba de todo.
Luego recordé a todos aquellos chicos que ya a tan tierna edad son golpeados por la vida y por los vivos y mi tristeza se hizo tan grande que no cabía ya en mi cuerpo y salió escondida en una lágrima.
Y me convencí de que llorando o no, tristes o contentos, con lluvia, con sol o como sea, hay que cambiar el mundo, para que los chicos puedan seguir siendo chicos.